La portátil de Sony ha recibido y recibirá con los brazos abiertos juegos del calibre de Patapon. Está claro que todo el mundo cuenta maravillas de él, pero ¿qué se esconde tras su inocente apariencia infantil, de trazo ligero y desenfadado? Pues un videojuego que mezcla de forma brillante la táctica yel sentido del ritmo, explotando en mil pedazos los renglones conocidos hasta el momento, especialmente en PSP, y multiplicando de forma exponencial los límites de la originalidad.
El programa tiene su origen en la alianza del diseñador francés Rolito y el equipo japonés desarrollador del inefable LocoRoco, otra demostración de frescura en el catálogo PSP. Como si de una secuencia de animación Flash se tratase, las criaturas monoculares llamadas Patapon harán frente a la tribu de los Zigoton, una amplia corte de enemigos que ha tomado la ciudad de Patápolis. En nuestra mano quedará ejercer de Ser Supremo para los Patapon y dirigirlos hacia la victoria.
En cada una de las más de cincuenta misiones de que consta el juego, nuestro objetivo será llegar hasta el final del nivel pasando por encima de cualquier Zigoton, cazando animales para alimentar a nuestras tropas o recolectando objetos que nos servirán para potenciar nuestro ejército. Para avanzar debemos seguir el ritmo del tam-tam que suena constantemente, tocando la canción adecuada a través de los cuatro botones principales de la consola: Pata, Pon, Chaka y Don.
Entran en juego varios factores: el ritmo, para pulsar en el momento adecuado cada botón, y la memoria, esencial para recordar la secuencia de instrumentos a tocar para avanzar, protegernos o atacar. Por ejemplo, alzar el canto del clásico Pata-Pata-Pata-Pon nos hará ganar metros, mientras que Pon-Pon-Pata-Pon lanzará un ataque. Si conseguimos enlazar varios cánticos sin equivocarnos, entraremos en modo Fever, donde atacaremos y defenderemos mucho mejor, siendo clave para superar las situaciones más adversas. Una vez asimilado el concepto del ritmo, entra en juego la segunda mitad de Patapon: la táctica.
Como quiera que tenemos a nuestra disposición varios tipos de soldados Patapon, será de nuestra incumbencia el colocarlos de manera inteligente. Formar con una buena infantería en primera línea, flanqueada por lanceros y cubierta por buenos tiradores será la llave del éxito, aunque siempre dependerá del nivel al que estemos enfrentándonos. Igual de importante será equipar convenientemente a los Patapon con armas y armaduras recolectadas a lo largo de las misiones.
El apartado tecnológico de Patapon se hace difícilmente comparable a cualquier otro juego de la portátil. El trabajo de Rolito es intachable, dotando de una gran personalidad a cada uno de los pequeños personajes que forman parte del juego. Y eso que, prácticamente, no son más que grandes ojos con patas, pero tanto los Patapon como sus enemigos -impresionantes los jefazos finales- rezuman vida. Y es que la resolución de la PSP ayuda a conformar un conjunto gráfico lleno de contrastes: escenarios de colores vivos en oposición a la negra tez de los Patapon. Absolutamente brillante.
El sonido, por su parte, se encuentra monopolizado por los cánticos Patapon y los ritmos tribales que iremos tocando. Entre fase y fase escucharemos melodías de corte étnico, muchas de ellas muy cercanas a la música celta. Por cierto, el hecho de pasar a modo Fever conlleva un enfervorizamiento de las tropas, cuyo griterío hace más difícil seguir el ritmo, subiendo aposta la dificultad de encadenar combos.
Conclusiones
Es muy posible que realicemos con recelo nuestro primer acercamiento al universo Patapon. Sin embargo, bastará con jugar un puñado de niveles para darnos cuenta de lo que Sony ha logrado: un juego de apariencia simple pero con una jugabilidad profunda y agradecida, en el que desarrollaremos de forma simultánea nuestro sentido del ritmo y una incipiente relación simbiótica con los Patapon, con los que nos reiremos y nos cabrearemos más de una vez.
En resumen, el mejor diseño realizado para PSP hasta la fecha, y la verdadera demostración de que aún podemos asistir a juegazos que lleven por bandera a la creatividad y la originalidad, grandes logros de los videojuegos de antaño y que con el tiempo han ido perdiéndose.
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