De ahora en adelante, cada quince días iré publicando una reseña sobre el juego del Bazar del Live más destacado de la quincena. Duke Nukem 3d, el juego del que hoy quiero hablaros, vale unos míseros 800 puntos, siendo imprescindible para todo aquel que disfrutó en su día del FPS original.
Fue 3dRealms la que aprovechó el motor gráfico Build para tomar la fórmula mágica que id Software patentara con Wolfenstein 3d, dándole una vuelta de tuerca: así, logró dar vida a un perfecto antihéroe; el Duke -el de verdad, y no el soplagaitas del Paraíso de las Tetas-, un tipo duro, aprovechaba cualquier excusa para soltar un sarcástico comentario, destripar alienígenas con forma de cerdo volante o soltar pasta para que ciertas féminas le alegraran la vista.
Aparte de incorporar elementos como la posibilidad de mirar y apuntar a lo largo del eje vertical de nuestra perspectiva, lo más destacable de Duke Nukem 3d y por lo que pasó a la historia como un clásico fue la arrolladora personalidad del juego, con un diseño de niveles tan creativo como peculiar e, incluso, polémico: muy recordada fue la escena donde entramos ‘a saco’ en una sala de cine y encendemos el proyector para ver a una stripper en acción. Y esa demoledora patada en la cara del alien de turno. Genio y figura, en suma.
Y mientras que Duke Nukem Forever acaba por perder tal adjetivo, si es que algún día lo hace, el juego está disponible para descargar desde el Bazar de Xbox Live, en una conversión fidedigna del original, desde los cuatro niveles de su ‘campaña’ hasta el recordado modo multijugador, recorriendo dichos niveles a modo de Deathmatch; podremos emular al Duke y destrozar a nuestros colegas a través de la red.
Esta reedición de Duke Nukem 3d no apuesta por mejorar sus gráficos, lavarles la cara o ‘evolucionarlos’, como ocurre en otras conversiones recientes de títulos clásicos. Me parece una buena medida, puesto que cualquier otra decisión truncaría de mala manera el atractivo propio del original. A cambio, podremos probar un modo cooperativo para hacer el cafre con los colegas, además de guardar repeticiones de nuestras propias partidas para visualizarlas posteriormente y jugar en cualquier punto de las mismas.
Conclusión
La aventura tridimensional del Duke es todo un valor seguro, y aunque hayan pasado doce años desde aquel lejano 1996, el juego conserva toda la frescura del clásico. Aunque haya momentos en los que quizá pese un poco su diseño original para ser jugado con ratón y teclado, la conversión es acertada y los modos multijugador nos entretendrán durante bastante tiempo. Al menos hasta que llegue Forever, algún día.