Review Prototype Xbox 360

Alex Mercer es una verdadera máquina de destrucción; está suelto en Nueva York y le basta un mero soplido para montar un pollo de catastróficas dimensiones. Las mutaciones que ha sufrido en su cuerpo, efectos del proceso de experimentación en el que se ha visto envuelto, le permiten utilizar unas devastadores garras que dejan al Adamantium de Lobezno a la altura de un cuchillo de plástico.

El caos es absoluto, el aire se encuentra viciado, plagado de partículas de violencia, y el virus que invade la ciudad la ha sumido en una metamorfosis irreparable. A modo de introducción jugable, Prototype nos deja vislumbrar el poder máximo de Mercer, hasta que pulsa el botón de Rebobinado y nos traslada al principio de la historia, en la que nos vemos despojados de la práctica totalidad de poderes.

Pero aún así, el protagonista de este SandBox tan particular ya es capaz de pegar saltos gigantescos, rebotar de coche en coche, recorrer largas distancias sin cansarse y seguir corriendo por las paredes de los edificios sin inmutarse. La ciudad nos temerá desde el primer momento, y con razón: Alex no parece tener ningún código ético que seguir, y las bajas civiles no serán más que una fría cifra en pantalla.

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La estructura de misiones que engarza la historia de Prototype no difiere demasiado de las que estamos acostumbrados a afrontar en este tipo de juegos; las principales irán desgranando, a modo de flashbacks, trozos de información que deberemos digerir a toda prisa. Las secundarias tendrán objetivos similares, normalmente con una menor duración y con tiempo limitado.

En nuestro particular libro de tareas podremos apuntar nobles acciones del calibre de limpiar de monstruos determinada zona, rescatar a ciertos personajes clave dentro de la historia o cubrir un recorrido dentro del tiempo límite. También pilotaremos en alguna ocasión tanques blindados o helicópteros –algo que, curiosamente, no veremos en InFamous, un título al que se le han querido sacar demasiados parecidos respecto a Prototype-.

Como elemento novedoso, muchas de las misiones requerirán cierto componente de infiltración; Alex puede asimilar a personas, para luego transformarse en ellas; por ejemplo, absorber a un comandante y hacernos pasar por él será nuestro salvoconducto para adentrarnos en una base militar. Me ha recordado mucho a mi añorado Messiah, siendo muy positiva su aportación entre el caos reinante que impregna todo el juego.

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El apartado gráfico se ha enfocado, de manera inteligente, a transmitir la velocidad y dinamismo de los movimientos del personaje; la tasa de imágenes no se resiente en ningún momento, con una cantidad de elementos en pantalla acongojante. A cambio, el detalle de la textura de los escenarios es mínimo, y la repetición de los patrones en los modelos, descarada. Sin embargo, el conjunto visual queda bien, siempre dentro del contexto en el que se mueve Prototype.

Se ha puesto bastante empeño en la implementación de las habilidades del protagonista, las cuales pueden ir adquiriéndose y evolucionando durante todo el juego, a cambio de puntos de experiencia. Existen multitud de opciones para ello, siendo posible reforzar la defensa, la delantera el poder ofensivo, la agilidad o las técnicas de infiltración, esculpiendo al héroe a nuestro gusto. En este punto, echo de menos un modo multijugador en el que cooperar o enfrentar a nuestros propios Prototipos.

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Me gustaría destacar un par de cosas: primero, que Prototype, por parecerse, se parece más a un título de la pasada generación –realizado por el mismo estudio desarrollador-, Hulk Ultimate Destruction, que a InFamous, al menos en su ejecución jugable.

Segundo, y viene al caso, la jugabilidad de Prototype, una vez descarnada de su notable conjunto gráfico y de la plétora de poderes y transformaciones, se asemeja muchísimo a un juego de acción en tercera persona, prácticamente un beat-em’up moderno al que se le inyecta un ritmo elevadísimo de juego que derivará en ciertas ocasiones en la desagradable sensación de estar haciendo lo mismo una y otra vez. Sin embargo, y por suerte, los retos que nos lanza el juego cobran mayor interés conforme vamos progresando y evolucionando.

Lo dicho, quizá le falte algún tipo de multijugador, pero el ritmo frenético que impone el continuo combate, mezclado con las inteligentes dosis de infiltración, dan como resultado una notable variante del típico SandBox que cumple a la perfección el objetivo de entretenernos el tiempo que nos dure. ¿Mejor que InFamous? No; ¿peor? Pues yo creo que tampoco. Simplemente, distinto.

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