Review Need for Speed Rivals Xbox One

Review Need For Speed Rivals Xbox One

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Los primeros volantazos que pegas con Need For Speed Rivals te aturden un poco. Tras un inevitable tutorial plagado de voces que entonan de forma trascendente un argumento sin relevancia ninguna, tomamos las carreteras del ficticio condado de Redview y nos lanzamos a toda pastilla sin saber muy bien adónde tenemos que llegar, esquivando a otros vehículos de lujo y tratando de que el poli de turno no nos lleve a la trena. Llevaba un buen rato viendo parajes muy similares entre sí, a través de autopistas que me recordaban a las eternas carreras de Need For Speed The Run, cuando de repente se apareció el espíritu del Ferrari Testarrosa de Out Run y todo se veía de otro color.

El vasto mapa del que disponemos para campar a nuestras anchas presenta una división por zonas sublime, de manera que pasaremos de zonas costeras a paisajes montañosos, de solitarios desiertos a carreteras pintadas de blanco por la nieve. La transición entre unas y otras es algo digno de contemplar, a lo que se suman los ciclos de día y noche; el Frostbite 3 se luce tanto o más que con la versión next-gen de Battlefield 4; fijaos en el detalle de los escenarios, la distancia de renderizado o los efectos de partículas en el polvo o en las gotas de agua que corren sobre la chapa de los vehículos. Son detalles que parecen inalcanzables para Xbox 360 o Playstation 3, pero que no logran opacar la decisión de fijar la tasa de imágenes a treinta, cuando en un juego de estas características se esperaría (y desearía) el doble.

Si nos centramos en las posibilidades del juego, pronto nos daremos cuenta de que Rivals muestra una mano de cartas que, a priori, veremos en próximas jugadas durante la recién estrenada generación: integrar el juego online fundiéndolo con el single player, de modo que realicemos ambas cosas de forma simultánea. Como os he comentado, dos grandes facciones vertebran el sistema jugable. Los ratones son los pilotos, a los que les encanta picarse entre ellos con carreras creadas de forma dinámica por el sistema, mientras que los gatos policías alternan misiones contrarreloj en las que se penaliza cualquier choque, con las persecuciones a los propios pilotos. Bien, pues los componentes de esta lucha de bandas pueden ser manejados por la CPU o por otros jugadores de manera indistinta, teniendo ambos idénticos objetivos.

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Parece un buen paso adelante, evolución directa de algunas pruebas previas como aquel Test Drive Unlimited que tan lejano queda, pero que ya intentaba implementar algo medianamente similar. Ghost Games, el estudio que debuta con este título, logra homogeneizar ambos universos, el solitario y el compartido, aunque con algún matiz mejorable; me refiero a que sólo vamos a coincidir seis jugadores a la vez. La potente infraestructura de las nuevas consolas parecía suficiente para que viéramos más vehículos online, y se echa en falta: cruzarse con un colega en nuestra partida será demasiado esporádico, dado el tamaño del mapeado. Por cierto, que en Xbox One me suele costar bastante tiempo conectar con una partida online; entiendo que serán problemas del directo, subsanables a corto plazo.

Salvando estos escollos, hay que reconocer los méritos de los desarrolladores -perros viejos del género que ya curraron en Criterion o DICE– para ofrecernos retos constantes y mantener el interés en todo momento. Si somos pilotos, iremos ganando puntos por ganar carreras, quemar el nitro acumulado por conducir de manera temeraria o escapar de la poli; nuestro nivel de búsqueda y, como consecuencia, la tensión de sentirse perseguido se acumula en un in crescendo pocas veces visto: si no llegamos a una guarida sanos y salvos, perderemos todos los puntos acumulados en la sesión, en una suerte de Dark Souls sobre ruedas.

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Cierto es que la tensión se rebaja varios peldaños si nos pasamos al equipo que defiende la ley, ya que será mucho más complicado que nuestro vehículo haga un Michael Bay; sin embargo, tendremos la posibilidad de actuar de varias maneras, ya sea a saco o de incógnito para dar la sorpresa al incauto corredor, además de contar con ventajas tan chulas como mandar helicópteros que deslumbren a nuestros rivales mientras empujamos al conductor ilegal como si la añorada Nancy de Chase H.Q. nos lo hubiera encomendado.

Tanto en un bando como otro disfrutaremos de una experiencia de conducción muy arcade, nada exigente a la hora de tomar curvas con precisión y optando por el cuerpo a cuerpo en los piques con los rivales; el manejo y el uso del nitro es, lógicamente, muy Burnout, aunque no se llega a desatar tanto en términos de takedowns, más cercano en este sentido al Most Wanted del pasado año. Su interfaz logra que realicemos tareas al vuelo -buscar rutas, corredores, pruebas concretas…- sobre la propia pantalla sin pausar el juego, mientras que Autolog sigue en forma para lanzarnos desafíos a partir de los récords marcados por nuestros amigos.

Al final, lo que empezaba como una anodina amalgama de ideas recicladas en previas entregas de la saga acaba encajando maravillosamente a golpe de nitro y sirenas de policía. Tendremos juego para rato, incluso tras alcanzar el máximo nivel de experiencia en ambos bandos. Será un buen momento para dejarnos llevar por las maravillosas vistas de sus paisajes, bajar el volumen del juego y poner en nuestro viejo radiocassette aquel Magical Sound Shower que tantos buenos recuerdos nos trae, rubia mediante.

Publicado por

Pedja

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2 thoughts on “Review Need for Speed Rivals Xbox One”

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