Retrovisión: Sito Pons 500cc Grand Prix (Zigurat, 1990)

Sito Pons 500 cc

Si comienzo a hablar de un videojuego de la época de los ocho bits, que sea español, que traslade la simulación de un deporte de masas a los circuitos de los ordenadores personales de aquel tiempo, y que el título sea abanderado y apadrinado por un personaje famoso que se hartó de ganar campeonatos en su día, los más avezados tendréis en cartera un buen abanico de juegos que podrían encajar en dicho perfil. En este caso, por desgracia, todo quedaba en un plano secundario ante su ilógica dificultad. Qué lástima.

Zigurat afrontaba el desarrollo de este juego en una época en la que se notaban, poco a poco, los últimos coletazos de una época grandiosa; fueran cuales fueran las razones que, en compendio, acabaron con el mercado del videojuego de los ocho bits, Sito Pons salía al mercado para Amstrad, Spectrum y MSX en versiones bastante similares, en las cuales apenas había diferencias -sí que es verdad que el colorido utilizado en CPC era bastante adecuado, ¡nuestro mono era azul!-, y en las que el aspecto técnico se exhibía con profundo esmero.

Sito Pons 500

No en vano, para empezar, la decisión de diseño que encerraba la perspectiva isométrica era un auténtico caballo -motorizado, eso sí- ganador, puesto que parecía inmejorable la visión que nos ofrecía en todo momento, con animaciones cuidadas y un scroll de pantalla que hacía su trabajo con eficiencia, permitiéndonos contemplar los movimientos de nuestro avezado piloto.

Por supuesto, nosotros ya estábamos metidos en materia con todas las de la ley, gracias a la parafernalia que encerraban la portada -con foto real de Sito y su pedazo de burra cedida gustosamente por Campsa, patrocinador oficial del equipo de Pons,  Honda, por aquella época-, así como la ingente cantidad de datos técnicos que el manual incluía dentro,

Sito Zigurat

Y es que en el extenso manual que se incluía dentro aparecían los esbozos de los 14 circuitos incluidos en el juego, bien representados posteriormente en la carrera; por supuesto, también se ofrecía todo tipo de información acerca de la Honda NSR 500, la máquina con la que nuestro campeón se estrenaría en la categoría reina del motociclismo, codeándose con genios contrastados como Wayne Rooney o Kevin Schwantz, a la postre representados en el juego.

Pero, ay, era comenzar a rodar y desnudar la pésima calibración que tenía su jugabilidad; todo hay que decirlo, la moto podía llegar a controlarse bien, exigiendo bastante destreza, eso sí, sobre todo si teníamos que cambiar de marchas manualmente; a pesar de ello, resultaba exageradamente difícil  no ostiarse a las primeras de cambio… o a las segundas y terceras.

Y ocurría una cosa tan curiosa como hiriente: cada carrera requería completar una serie de vueltas al circuito para cumplir con las vueltas de calificación, algo que establecería nuestra posición final en parrilla de salida. Por desgracia, lo más probable era que nos chocásemos con un neumático, cartel u obstáculo puteante similar, de forma que obteníamos un bonito DNQ (No clasificado) y nos quedábamos sin competir, asistiendo a la competición posterior como meros espectadores de los de lágrima cayendo por la mejilla.

Sito CPC

Pero oigan, que nuestro orgullo no podía quedar pisoteado de aquella manera, así que lo volvíamos a intentar, una y otra vez, aprendiendo curvas, cambios de marcha y frenadas; con paciencia, mucha paciencia, por fin logramos clasificarnos. Sí, habíamos marcado el MUY peor tiempo, pero dicen que los últimos serán los primeros. Lo importante era que veríamos el semáforo cambiar a verde y formaríamos parte de la parrilla de nueve pilotos. Rugían los motores, hacíamos un caballito, rampábamos y…

Al suelo. Del tirón. Sólo habíamos rozado con la parte exterior del pixel a uno de los pilotos de la CPU, pensábamos. Suficiente para que el exigente programa llegase a la línea de código que acababa con nuestros huesos en el asfalto. Pellejazo y descalificación: el regreso del espectador con cara de merluzo. Nos gustaban los retos en los que apostarnos nuestro bocadillo de jamón york, pero esto era demasiado.

Y eso que el programa a veces era benévolo con nosotros: nos salíamos de pista y la gestión de colisiones con los elementos del escenario fallaba un poco, hasta el punto de pasar en ocasiones por encima sin que ocurriese lo inevitable. Era el resultado de una especia de súper-poder que poseían los demás pilotos, capaces de hacer auténticas montoneras unos encima de otros en cada curva y sobrevivir, quedando impertérritos sin caer de la moto. Qué envidia, pensábamos. Los hermanos Granados y el bueno de Fernando Rada tuvieron cerca dejarnos una auténtica joya de la simulación, pero se pasaron de frenada.


Publicado por

Pedja

https://plus.google.com/108451085987227805779/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *