Retrovisión: La Espada Sagrada

Una de las pocas videoaventuras que la compañía hispana Topo Soft lanzó al mercado. Una daga que se convirtió en espada. Una fuente que da vida y unas margaritas que la quitan. Y una Retrovisión que en breve comienza. La Espada Sagrada, o también conocido como Las aventuras de Atahualpa Yupanqui, el guerrero que lanzaba fuego desde el pecho.

Programado por Gabriel Ortas, autor entre otros de Ice Breaker o Lorna en la misma compañía, el juego significó un auténtico canto del cisne para la videoaventura española, sobreviviendo en una época donde los arcades se llevaban todo el mérito y la popularidad. Quizá denotando una falta de creatividad, o a modo de homenaje a un género que tanto éxito cosechó años atrás, lo cierto es que los niveles del programa se mantenían en un tono bastante aceptable.

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Así, las dos primeras fases cumplen una por una las directrices de este tipo de juegos. Tendremos saltos milimétricos y arriesgados, puzzles que resolver mediante la sabia utilización de objetos como piedras, arco y flechas o estatuillas misteriosas, y una sucesión de pantallas estáticas sin scroll alguno. Si bien la parte gráfica, a cargo de Rafael Cabrera, no llamaba excesivamente la atención, sí hay que reconocerle el buen uso de la paleta de colores en Spectrum, MSX y Amstrad. El movimiento de Atahualpa es suave y responde bien a nuestro manejo.

Y aunque los dos niveles comentados sean similares, existe un tercer nivel que se desmarca por completo de la aventura. La interfaz se transforma, y vislumbramos a un señor Yupanqui de gran tamaño, envuelto en un simple arcade de scroll lateral en el que nuestra única meta es avanzar mientras destruimos enemigos con bolas de fuego, a la vez que esquivamos obstáculos mediante el salto.

Aunque los sprites son de gran tamaño, asemejándose un poco a otras joyas de 8 bits como Savage, su animación es increíblemente ortopédica, bajando bastante la calidad general de las fases anteriores, aunque agradeciendo de algún modo este cambio de ritmo en el desarrollo de la aventura.

La mejor noticia se daba un año más tarde del lanzamiento del juego. En 1991 salía a la venta la versión 16 bits de La Espada Sagrada. En un PC con tarjeta gráfica EGA pudimos disfrutar de un brutal rediseño de personajes y decorados, con el sello inconfundible Azpiri, en esta ocasión de Jorge Azpiri, sobrino del maestro Alfonso. Un caso similar al de otros juegos de la compañía que sufrieron idéntica transformación, como Titanic.

La Espada Sagrada no trajo consigo un gran éxito de ventas ni mucho menos, y puede considerarse un punto de inflexión en la carrera de Topo, a partir de la cual sus ventas comenzaron a descender peligrosamente hasta condenarla a la desaparición.