Juegos del Terror: Vampire Rain

Vampiros Con mi disfraz de Sam Fisher

Yo diría que es el peor juego que he podido probar en esta, nuestra actual generación. Más malo que pegarle a un padre en Navidad. Y eso que promete cuando al comenzar, bajo una incesante lluvia, parece que nos estamos retrotransportando en el tiempo y hemos adquirido la primera aventura de Sam Fisher. Pero ni de coña. El primer Splinter Cell dejaba un sabor muchísimo más agradable al paladar visual.

Más bien estamos ante uno de los primeros casos de criogenización de videojuegos; más o menos a principios de esta década se congeló, y ahora, los amigos de Artoon lo han metido en el microondas sin tupperware ni nada. Pues bien, después de hacernos a la idea de que el protagonista se apellida Lloyd y no de otro modo, empezamos a desplegar nuestras habilidades sobre el campo de juego. Podemos deslizarnos por tuberías, pegarnos a la pared… ser sigilosos, en pocas palabras.

Todo para que los vampiros no nos detecten. Porque si nos detectan se acabó el juego. No hay forma humana de parar su ataque. Nuestras armas son de juguete y ser divisados es equivalente al Game Over. Fíjaos si son cabrones los dichosos chupasangres que hasta la amiga del Príncipe de Persia cascaría.

vampire_rain_10 Homenaje de los marcadores al fósforo verde

Sobre el plano teórico suena interesante: una mezcla explosiva entre el juego de infiltración y el survival horror en una tenebrosa y agobiante ciudad. En la práctica resulta un auténtico desastre, puesto que el juego nos abofetea en la cara con una curva de aprendizaje más empinada que subir el Tourmalet sin doparse. Y mientras la escalamos somos conscientes, poco a poco, de que nuestras acciones están acotadas al cien por cien, cortando de raíz cualquier atisbo de libertad.

Resulta frustrante que un escenario que puede dar tanto juego como el de Vampire Rain sea un mero disfraz para los raíles predefinidos sobre los que tendremos que circular para completar cada misión. Cualquier alternativa a dicho camino será cortada de raíz por un señor de la noche o, aún peor, por una pared invisible acompañada de la frase ‘No debes escaquearte de la misión’. Buen intento.

Lástima que Vampire Rain comience a ser un poco más entretenido cuando has avanzado bastante en el juego. Tus armas son, por fin, efectivas, y es posible librar combates con los vampiros. La dificultad de los mismos sigue siendo desproporcionada, pero al menos la cosa cobra algo de interés. No creo que nadie haya aguantado tanto, pero lo he leído por ahí en una Review…

Una vida menos Siete caballo vienen de Bonanzaar…

Como ya hemos comentado, Vampire Rain ofrece un motor gráfico eficiente pero muy desfasado. O sea, eficientemente desfasado. El único aliciente visual radica en la atmósfera opresiva y asfixiante conseguida gracias a su iluminación y la notable recreación de la lluvia cayendo sobre edificios y personajes. También destacan los movimientos de nuestro personaje, a los que sólo les falta el famoso mod Doom-Chiquito para emular por completo al popular humorista.

Si hay algo con lo que he podido disfrutar en Vampire Rain ha sido al probar el modo multijugador. Vienen cuatro mapas distintos, algo es algo, y la idea es enfrentar en igualdad de condiciones a criaturas nocturnas con humanos, disponiendo de armas que funcionan un poco mejor que antes. Y la verdad es que tiene mérito, puesto que el Multijugador cambia las tornas de su pésimo modo solitario. Entre otras cosas, permite que 32 jugadores simultáneos decidan no comprarse el juego

Conclusiones

Vampire Rain hace agua por todos lados, logro conseguido al exponer un diseño de la acción completamente fallido, donde todo se reduce al método del ensayo-error para encontrar el camino correcto. Uhm, creo que esto último también lo dije en su día de Camelot Warriors, pero bueno, el juego de Dinamic sólo costaba 875 pesetas, o veinte duros en el coleguita del mercadilllo…

vampire_rain_xbox_360 Un comprador disgustado