Retrovisión: Blood. Ríete del género de terror

En el año 1997 salió al mercado un First Person Shooter que no iba a dejar indiferente a nadie. Por muchas razones, Blood se convertiría en un clásico, aunque quizás su mayor virtud fuese el diseño de las armas, enemigos y niveles, y las continuas referencias a películas del género de terror, aderezado con el irónico humor del protagonista, Caleb.

Blood

La gente de Monolith comenzó pronto su idilio con los FPS. La compañía responsable de la notable saga No One Lives Forever también se encargó de programar otros juegos de acción en primera persona como el mencionado Blood, su segunda parte The Chosen o el peculiar Shogo. Mi opinión personal es que Blood fue el producto más redondo que sacaron al mercado.

Blood asienta sus cimientos gráficos sobre uno de los primeros motores gráficos que se popularizaron y exportaron a multitud de juegos. El engine se llamaba Build y fue creado por Ken Silverman para 3dRealms, o lo que es lo mismo, el mítico Duke Nukem 3D. Build representaba la visión en primera persona al más puro estilo Doom; los mapas son bidimensionales, pero el motor añade el componente de altura, dando la posibilidad de mirar y apuntar hacia arriba o hacia abajo. Por algo se llamó un motor de 2 dimensiones y media, lo cual no deja de ser curioso.

El juego está repleto de detalles macabros, muchos puntos ‘gore‘ y, sobre todo, ganas de reírse de todos los tópicos del género de terror, todo realizado con mucho arte. Comenzamos el juego desde nuestro ataúd, ya que somos todo un muerto viviente, y Caleb exclama con voz de ultratumba -lógico- un tenebroso «I live agaaain…», una de las frases más famosas de la peli de culto El ejército de las tinieblas de Sam Raimi. Comenzamos con un tridente diablesco a modo de arma, destrozamos un par de zombies y notamos que podemos jugar al fútbol con sus cráneos. Más de una vez mis colegas y yo jugábamos a ver quién mandaba más lejos un coco de zombi.

Las armas se convertían en otro de los puntos fuertes de Blood. Y no sólo por la innovación que significaba tener dos tipos de disparos -principal y secundario- por cada arma, sino por la naturaleza de la misma. El mencionado tridente daba paso a una pistola de bengalas espectacular. Si impactábamos a un enemigo, la bengala se quedaba un rato incrustada en su cuerpo y luego incineraba al pobre diablo. Esta pistola, la dinamita y el muñeco vudú eran las armas más originales del juego.

Blood

A nivel gráfico, el trabajo de diseño artístico era impresionante, currado hasta límites insospechados. Desde viajar por la Universidad de Miskatonic, famosa por encerrar el secreto de los primigenios y ancenstrales mitos de Cthulhu, hasta cementerios con la tumba de Eric Draven, el Cuervo, pasando por el caserón de Jason de Viernes 13, a la vez que suena la típica sintonía de la película, o un hotel abandonado con su laberinto y el propio Jack Torrance, de «El Resplandor», totalmente congelado; un completo viaje a través del género, siempre salpicado por la ironía del sádico Caleb.

Respecto a los enemigos, no destacaban por su extremada inteligencia, pero tampoco les hacía falta. Simplemente nos atacaban sin descanso, ya fueran monjes cultistas de Miskatonic, murciélagos, zombies o arañas gigantes. Un amplio elenco de Final Bosses nos esperaba al final de ciertos niveles, a través de espectaculares enfrentamientos. Impagable luchar contra la gárgola gigante mientras la desdichada Ophelia estaba a punto de ser sacrificada en un altar.

Blood

La ambientación conseguida hacía que, en ocasiones, los ruidos del entorno y la representación gráfica de los escenarios causaran ‘miedito’, mientras que otras veces nos arrancaban una carcajada. Esta combinación consagró a Blood como uno de los FPS con más personalidad de todos los tiempos. Expansiones como Plasma Pak o sus pioneros modos multijugador -a través de LAN, módem o IPX- alargaron la vida del juego. Aún persiste la web del juego, desde donde podréis bajaros una demo y probarlo… si vuestros Vista os lo permiten.